La extrema izquierda y la derecha ambas tienen las manos manchadas de sangre

Por José Ramos Casazola:

Somos un país extraviado, fragmentado, fallido, que se niega, asimismo, a encontrar un camino. Somos un país irreconciliable que ha tenido la desdicha, permanente, de no lograr construir una sola y auténtica nación.

De nada ha valido la tragedia de la guerra con Chile, de nada ha servido el holocausto causado por Sendero Luminoso, no hemos aprendido absolutamente nada, las lecciones de la historia no han sido fructíferas para las clases dominantes, ni tampoco para el peruano común.

Cómo peruano, a veces pienso que no nos merecemos la democracia, que esta herencia de los griegos todavía no ha logrado internalizarse en el espíritu colectivo, que solo es un instrumento de los poderes fácticos para sojuzgar al pueblo y que este todavía no siente la democracia como un valor y quizás tenga razón, porque solo se siente un actor de la democracia cada cinco años.

Me duele profundamente la muerte de mis hermanos peruanos, sin distinción alguna, me aterra que hayan matado tantos jóvenes, me resulta abominable que hayan quemado vivo a un policía e incendiado la casa de un congresista.

¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Qué hemos hecho durante estos dos siglos para que haya tanta rabia, tanta irá contenida? Son preguntas que no quieren responder, o prefieren soslayar, los que siempre han cortado el jamón, los que siempre han mirado con desprecio al interior del país y vivido de espalda al país, y hoy solo recurren al viejo y manido anatema de acusar de terrorismo a quienes osan protestar. No son capaces de auto cuestionarse, de hacer un esfuerzo para tener una lectura adecuada de lo que está pasando.

No justifico los actos de barbarie perpetrados por criminales violentos, que se infiltran en las marchas y se aprovechan de las circunstancias para sembrar odio, violencia, caos, desesperación, desolación y muerte, para agudizar las contradicciones, según su credo marxista; tan ominosos son los actos de estos delincuentes, cómo los asesinatos cometidos por las fuerzas armadas y policiales contra jóvenes que solo protestaban.

Estos extremos de izquierda y derecha están conduciendo al país a la ruina, ambos son culpables, por anteponer su ideología, sus dogmas y sus intereses sectarios, ante todo, sin importarles la vida y la defensa de la dignidad de la persona humana.

Tan abyectos y viles son los de extrema izquierda, cómo los gorilas de la derecha, ninguno merece el respeto de la ciudadanía, la historia los juzgará por igual y el alma de esas vidas inocentes de jóvenes y de valerosos policías, que hoy se pierden en la profundidad de la nada, los perseguirá por siempre y para siempre en su propia conciencia.

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