Los crímenes que estremecieron al Perú y que involucraron a las provincias del norte chico

Terroríficos hechos que pusieron los pelos de punta a toda una nación. Cuerpos y restos cercenados regados por diversas zonas alejadas de la zona urbana, en maletas, bolsas negras, el único fin desaparecer y no dejar rastros.

Mientras esto sucedía, la población estaba atenta a la coyuntura política en que atraviesa el país, la crisis económica, la movida política que no es ajena a nuestro Perú que vive hastiado de los tradicionales políticos.

Sin embargo, la población amanecía asombrada con noticias de “cuerpos desmembrados” aparecen por las calles en maletas, bolsas, enterrados en jardines y hasta arrojados a cañaverales donde le prendían fuego para no dejar huella.

Entre los casos que más remeció el país fue el del periodista audiovisual José “Pepe” Yactayo, amigo personal del conductor de Tv Humberto Ortiz Pajuelo, que acaparó las portadas y ediciones de los medios capitalinos durante dos semanas hasta cuando se capturó al verdugo asesino.

Fue un agricultor que retornaba a su casa después de sus labores agrícolas se topó con macabra escena al ver una maleta ardiendo en llamas y la lluvia cayendo sobre ella. Al acercarse y abrir la valija creyó sacarse la “tinka”, pero lo que vio fue espantoso que lo hizo dar un grito ensordecedor y salir de dicha escena.

Este terrorífico hecho alarmó a la población de Andahuasi y a todo Sayán, la noticia corrió en segundos por los mismos parceleros que quedaron atónitos con este suceso.

Fue gracias a la lluvia que el fuego no consumió todo el cuerpo y se rescataron algunas huellas y la dentadura de la víctima. Ello permitió, que los peritos forenses de la DIRCRI lograran su identificación: José Yactayo, comunicador audiovisual. El resto es historia conocida.

La policía con sus técnicas de investigación logró develar quienes fueron las últimas personas que estuvieron al lado del comunicador, hasta dar con el asesino Wilmer Zamora, quien confesó con lujos y detalles este horrendo y maquiavélico asesinato.

LLEGÓ DE TURISMO Y TERMINÓ EN EL MAR

Blanca Olivia Arellano Gutiérrez, una profesional en turismo en su país, vendió su auto, sus joyas para enrumbar al Perú, en donde creyó encontrar el amor que tanto esperaba. Vivía enamorada de un joven 20 años menor que ella, sus cánticos, romanticismo y versos convencieron en ella, su amor de toda la vida.

En la víspera del aniversario de Huacho, el rostro y parte de un brazo fueron hallados en la orilla de la playa del puerto de esta ciudad. Un pescador vio los restos desmembrados con cabellera rubia y tez blanca. En el dedo anular de la mano izquierda se halló un anillo atlante que le servía de protección, un amuleto de cura con triangulo isósceles labrado para la energía positiva y grabado el símbolo infinito, tan eterno como el amor que le juro al biólogo Juan Pablo Villafuerte.

La mente obsesiva y doble vida que llevaba este estudiante universitario, presagiaba mucho más que amor hacia la extranjera, sino un ego de hombre con ego extrovertido.

Al día siguiente, en plena celebración del aniversario de esta ciudad, 10 de noviembre, otros restos eran hallados cerca de la desembocadura del canal de regadío. La ciudad estremeció por completo. En ese entonces, ya habían denunciado hasta 10 personas desaparecidas. Los huachanos no salían de sus casas por el terror y horror que sucumbían las noticias y las páginas policiales.

Días después con la alerta de una mujer mexicana desaparecida – paradójicamente – en Huacho, se activaron las alertas. Fue la comparación de la foto con los restos hallados que permitieron identificar a la mujer. Posteriormente, con el ADN practicada a una de sus hermanas se logró su plena identidad, era la turista mexicana.

El obnubilado sujeto acusado de este cruel desenlace, un especialista biólogo, experto en mutilar cuerpos y desparecerlos. Las evidencias halladas en el cuarto, la geolocalización y su espeluznante accionar de comprar químicos para desaparecer las huellas o vestigios biológicos acrecentaron las sospechas. El juez dictó detención preliminar y hoy purga prisión. La fiscalía está postulando para la máxima pena: cadena perpetua.

EL MONSTRUO DE CHACACA

Oscar Medina, un supuesto abnegado padre de familia por sus celos enfermizos acabó con la vida de su expareja delante de su hija, quien, al ver ese episodio, rompió en llanto que no paraba, ni se calmaba. Fue entonces que este desalmado padre la estranguló con el cable de la plancha.

Con los dos cuerpos en la sala, decidió desaparecerlas, enterrándolas en su jardín. Este caso fue resuelto en tiempo récords por la policía especializada. Todo ocurrió en el baldío sector de Chacaca, en Huaura.

LA PRINCESITA DEL MARAÑON – PASAMAYO

A inicios del mes de enero del 2018, una maleta de turista fue hallado cerca al acantilado de Pasamayo, en su interior el cuerpo de una mujer maniatadas, amordazada. Tras su identificación se logró conocer que se trataba de una joven cantante de música vernacular, seguidora de Sonia Morales, Dina Paucar, entre otros artistas.

El verdugo, un obsesionado hombre que, al recibir el rechazo y desamor, planeó el horrendo crimen y desaparecer el cuerpo en una zona inhóspita como Pasamayo, a kilómetros de la capital.

Franklin Cotrina fue detenido cuando pretendía fugar a otro país.

EL DESCUARTIZADOR DE CIENEGUILLA

Este espeluznante caso recién da vistos de un endemoniado sujeto Joshua Huamán Jerez, que según indica, fue poseído desde el más allá para acabar y truncar con un futuro prometedor de una guapa enfermera, su error fue aceptar una solicitud en Tinder de un despiadado hombre que terminó por confesar el crimen.

Todos ellos, tiene un signo en particular que los caracteriza: sicópata, no tienen sentimiento de culpa, frio, calculador, no son asertivos con la sociedad, carecen de amor, fueron maltratados en su pasado y tienden a rechazar la felicidad de otros.

Fuente: Red Noticias Norte Chico

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