Muere Pepe Mujica a los 89 años, expresidente de Uruguay y eterna voz revolucionaria

Uruguay se despide de José Mujica, o, como comúnmente se le conocía, Pepe Mujica. El líder del Movimiento de Participación Popular ha muerto este martes a los 89 años. Fue expresidente del país entre 2010 y 2015 y eterna voz revolucionaria que ni el cáncer de esófago que padecía apagó.

Sentado en una silla, con una chaqueta de lana y rodeado de micrófonos, anunció el 29 de abril de 2024 que padecía dicha enfermedad: «En mi vida, más de una vez anduvo la parca rodando el catre, pero me siguió pastoreando. Esta vez me parece que viene con la guadaña en ristre, y veremos lo que pasa». Con la sencillez que le caracterizaba, dentro y fuera de la política, habló de la muerte dando una lección de vida. «Morirse, hay que morirse. Pertenecemos al mundo de las cosas vivas, y en el mundo de las cosas vivas se nace signados para morir. Por eso la vida es una aventura formidable«, dijo.

A principios de enero, Mujica anunció que había dejado la medicación. «El guerrero tiene el derecho a su descanso», ha dicho en la que será su última entrevista. «Me quiero despedir de mis compañeros y de mis compatriotas, lo que pido es que me dejen tranquilo, que no me acosen con entrevistas al pedo y nada más. Se terminó mi ciclo hace rato. Sinceramente, me estoy muriendo».

Mujica nació en una barriada de Montevideo en 1935, y con 21 años, sin haber acabado el bachiller y por influencia familiar, decidió afiliarse al Partido Nacional. Fue entonces cuando comenzó su andadura política. Debido a discrepancias con la formación de corte liberal, en 1962 pasó a formar parte de la Unión Popular, de ideología socialista. Pero dos años después decidió integrarse en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), una agrupación filomarxista y cercana al anarquismo.

Recibió seis balazos en enfrentamientos armados, fue encarcelado cuatro veces y pasó 14 años en la cárcel, donde fue torturado

Tal y como apuntó, la muerte había estado rondándole muchas veces. Y es que recibió seis balazos en enfrentamientos armados, fue encarcelado cuatro veces, se fugó dos veces de la cárcel, le incriminaron en ejecuciones de la guerrilla a la que se unió y, finalmente, durante la dictadura militar (1973-1985) fue capturado junto a otros dirigentes del MLN-T. Pasó 14 años en prisión, 12 de forma continuada, donde fue torturado física y psicológicamente, y donde empezó a leer y escribir.

Cuando salió, fue elegido diputado por Montevideo del Frente Amplio, una formación política de izquierdas, con la que llegó a presidente de Uruguay en 2010. Alejado de todos los estándares, entendía la política como una forma de cambiar y mejorar la vida de la ciudadanía. Así, durante sus cinco años de mandato, aprovechó para aumentar el salario básico, legalizar el matrimonio gay y el aborto o reconocer el Estado de Palestina. Ahora, el país se despide del «guerrillero» que dio el salto a la Presidencia y se convirtió en un referente para la izquierda.