La noche en que mataron al brigadier de la Policía Nacional, Ángel Belleza Zapata, era su día libre.
Sus compañeros que llegaron al lugar del crimen creyeron que estaba de servicio como efectivo de la División de Protección de Dignatarios de la Dirección de Seguridad del Estado. Luego constataron que se encontraba conduciendo la camioneta Porsche de un empresario agroexportador, a quien resguardaba cuando estaba de franco, la fatal noche del viernes 11 de abril.
Mataron al brigadier Ángel Belleza Zapata cuando cumplía con un trabajo extra para completar los ingresos mensuales de su familia. El homicidio de Belleza, quien el 16 de febrero había cumplido 55 años, y estaba por jubilarse con 35 años dedicados a la institución policial, expuso un aspecto poco conocido de la crisis de seguridad en el país: en sus días libres los policías también enfrentan a los criminales.
Conforme se expanden las actividades de los extorsionadores en la capital, personas dedicadas a actividades económicas importantes cada vez más recurren a los servicios de efectivos policiales con experiencia, como el caso del gerente de la empresa Estratégicas Company, Rafael Herrera Zúñiga, conocido en el mercado de agroexportación de frutas. Herrera contrató a Belleza.
Una de las hipótesis de los compañeros del brigadier Belleza es que los asesinos presumieron que quien estaba al volante de la camioneta Porsche era Rafael Herrera Zúñiga, cuando en realidad se encontraba el brigadier Ángel Belleza Zapata. Podría tratarse de un caso de extorsión.
Policía por tradición
Nacido el 16 de febrero de 1970 en Lima, Ángel Belleza Zapata formó parte de la Promoción “Luis Alberto Morales Palacios” 1989 de la Policía Nacional, y perteneció al Batallón “Los Tigres”, de la Escuela de Suboficiales de la PNP, con sede en Puente Piedra.
Ángel Bellez era el segundo de cinco hermanos y desde muy niño siempre quiso vestir el uniforme de la Policía Nacional por una vocación que heredó de su padre, Víctor Belleza, un veterano miembro de la Benemérita Guardia Civil. Es así que, a los 19 años, ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Policía Nacional.
Ni bien se graduó como suboficial de tercera en 1989, Ángel Belleza fue destacado a las zonas calientes del Alto Huallaga y Ucayali, donde pululaban los terroristas de Sendero Luminoso y las “firmas” de poderosos narcotraficantes.
En el 2000, pasó a la División de Protección de Dignatarios de la Dirección de Seguridad del Estado, a la que perteneció 25 años como resguardo de importantes personalidades del Poder Judicial, Ministerio Público y del Jurado Nacional de Elecciones. Sus colegas lo conocían como “Nerito”, en su barrio de Pachacámac.
Justamente, en la mañana del día del asesinato, el viernes 11, el brigadier Ángel Belleza integraba la escolta de protección del coordinador del Equipo Lava Jato, el fiscal superior Rafael Vela Barba. Le tocaba turno al día siguiente, el sábado 12.
De acuerdo con fuentes de la Dirección de Seguridad del Estado, Ángel Belleza Zapata trabajaba 24 x 24. Es decir, un día de trabajo por un día de franco.
El brigadier Belleza hacía trabajo extra para pagar la universidad de sus dos hijos. Los cerca de 4 mil soles mensuales que percibía no le alcanzaban.

Una tragedia policial
“Era un padre ejemplar y amoroso. Y lo más importante, muy cristiano. Siempre estuvo pendiente de sus hijos y de su familia”, relató Sara Espichán, viuda del brigadier Belleza. La República la encontró en la Morgue Central de Lima. Esperaba los restos de su esposo.
Acompañaban a la desconsolada Sara Espichán los hermanos de Ángel Belleza y sus compañeros de promoción de la Escuela de la Policía Nacional, quienes corrían de un lugar a otro tramitando el retiro del cuerpo del infortunado policía para trasladarlo a su vivienda en Pachacámac, al sur de Lima. Lo esperaban además de sus familiares, decenas de vecinos del barrio, donde era muy respetado y querido.
“Como todo policía, nosotros no tenemos horario de salida. Un ejemplo es el caso de nuestra promoción Belleza, que era un profesional a carta cabal y muy responsable en la misión encomendada por el Comando Policial”, afirmó el presidente de la promoción Luis Morales Palacios, Joaquín Grados Otárola.
“Ángel era una persona muy creyente y ese día viernes salió a las 4 de la mañana para dirigirse a su base de Seguridad del Estado en el Rímac. Se despidió como siempre, con una oración”, rememoró su esposa Sara Espichán. No imaginaba que el padre de sus dos hijos, no regresaría nunca más.