En una preocupante muestra de intolerancia y desprecio por la libertad de expresión, la Gobernadora Regional de Lima, Rosa Vásquez Cuadrado, viene calificando a los periodistas que cuestionan su gestión como «diablitos», en un intento de descalificar a quienes denuncian irregularidades, negligencias y hasta presuntos actos de corrupción, que se vendrían cometiendo durante su gestión.
Estas declaraciones no solo son inaceptables, sino que constituyen una afrenta directa a la democracia, a la prensa libre y al derecho ciudadano de estar informado.
La Gobernadora ,parece olvidar que los periodistas no son enemigos del Estado, ni de los gobernantes, sino vigilantes incómodos de la función pública.
En lugar de responder con argumentos y transparencia a las denuncias, Rosa Vásquez opta por la descalificación personal, una estrategia tan antigua como peligrosa, para encubrir posibles actos de corrupción, deficiencias en la administración pública y el evidente abandono de las provincias que conforman la Región Lima.
Durante su gestión, diversas voces de la sociedad civil, así como investigaciones preliminares de entes fiscalizadores, han señalado irregularidades en contrataciones, asignación presupuestal discrecional y ejecución deficiente de obras públicas ,Sin embargo, lejos de dar explicaciones claras, Rosa Vásquez ha preferido victimizarse y atacar a los medios de comunicación, como si la prensa fuera culpable de sus propios errores.
¿QUIÉN FISCALIZA ENTONCES A LA AUTORIDAD REGIONAL, SI NO LO HACEN EL CONSEJO REGIONAL O EL ÓRGANO DE CONTROL INSTITUCIONAL?
La respuesta es clara: EL PERIODISMO valiente y comprometido ha asumido ese rol, enfrentando incluso amenazas y desprestigio por cumplir con su deber.
La Gobernadora olvida, también que el cargo que ostenta no es una investidura sagrada, sino un mandato popular por el cual debe rendir cuentas. Llamar “DIABLITOS” a los periodistas que informan sobre sus errores, lejos de intimidar, refuerza el compromiso de seguir investigando, de seguir preguntando y de seguir informando, porque en democracia, el poder no se protege con insultos, se defiende con hechos, con obras limpias, con presupuestos transparentes y con respeto a la ciudadanía.
Las palabras de Rosa Vásquez revelan, más que una estrategia política, una profunda incomodidad con la fiscalización ,y si algo debe incomodar a la autoridad pública no es el periodismo crítico, sino su propia conciencia, cuando sabe que no está cumpliendo con el pueblo que la eligió.
La Región Lima no necesita gobernantes que insulten; necesita líderes que respondan con altura, que acepten las críticas como parte del juego democrático y que comprendan que una prensa libre no es el problema, sino parte esencial de la solución.