El fracaso de OTASS en las 18 EPS persiste por los sueldos dorados de sus administradores

Cuando se creó el Organismo Técnico de la Administración de los Servicios de Saneamiento (OTASS), nos vendieron el cuento de que sería la salvación de las EPS quebradas del país. Con el famoso Régimen de Apoyo Transitorio (RAT) se nos prometió agua las 24 horas, tarifas justas y modernización de los servicios. ¿El resultado después de siete años? Un fracaso monumental.

Hoy, el OTASS administra 18 EPS en todo el Perú y ninguna habría salido de la crisis. Lo que debía ser temporal se ha convertido en una especie de ocupación indefinida, un régimen burocrático que en vez de resolver problemas, los ha agravado. Y mientras tanto, los ciudadanos seguimos pagando caro por un servicio cada vez peor.

HUARAL: EL EJEMPLO DEL DESASTRE

Lo que ocurre en Huaral es un espejo del engaño nacional. Antes, con EMAPA bajo administración municipal, los vecinos recibían hasta 12 horas de agua al día. Hoy, con OTASS, ese tiempo es mucho menor. Y lo más indignante: lo que antes costaba entre 20 a 30 soles mensuales, ahora cuesta tres o cuatro veces más.

Pero el escándalo no termina ahí. OTASS ha instalado su propia élite de funcionarios, que tendrían sueldos de 15 a 20 mil soles mensuales como sería el caso del actual gerente general, cuando el último gerente de EMAPA HUARAl apenas ganaba 3,500 soles.

¿Cómo puede una empresa “en quiebra” darse el lujo de pagar sueldos dorados? ¿Qué clase de rescate financiero es este, donde los únicos rescatados son los bolsillos de los burócratas?

Cada año, el Estado transfiere millones a las EPS intervenidas. ¿Y en qué se ven? En nada. No hay obras de impacto, no hay proyectos que garanticen un mejor servicio, no hay horizonte de agua potable continua. Lo único que crece es la indignación ciudadana y la sospecha de que lo único que busca OTASS es quedarse indefinidamente para seguir disfrutando de los jugosos sueldos.

El problema de fondo es que OTASS nunca fue una solución técnica real. Fue una promesa de emergencia que se convirtió en un negocio burocrático perpetuo. Un organismo que se autodenomina “técnico”, pero que en siete años no ha demostrado capacidad, eficiencia ni resultados.

El balance es brutal: no mejoró el servicio, no salvó a las EPS, no cumplió con el agua 24 horas, no devolvió las empresas a las municipalidades. Nada. Solo fracasó.

ES HORA DE PONERLE FIN AL OTASS

Por eso, lo único sensato es que OTASS desaparezca. Que devuelva la administración a las municipalidades y que el Estado deje de financiar esta maquinaria costosa e inútil. El agua es un derecho, no un negocio para burócratas de escritorio.

Siete años de OTASS han sido suficientes para comprobar lo obvio: cuando la burocracia manda, el ciudadano pierde. Y en este caso, pierde pagando más, recibiendo menos agua y sosteniendo sueldos insultantes.

El pueblo no puede seguir de brazos cruzados. Es momento de exigir auditorías reales, fiscalización inmediata del Congreso y denuncias en la Contraloría. Es momento de que las calles se hagan escuchar, porque lo que está en juego no es un simple servicio, sino la dignidad y la salud de miles de familias.

Si OTASS no se va por voluntad propia, que se vaya por presión ciudadana. Porque el agua es vida, y la vida no se negocia.

SEÑORES AUTORIDADES ¿ Y AHORA QUIEN SE ATREVE A PONERLE EL CASCABEL AL GATO?

Fuente: Jaime Toledo

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