POR JOSÉ RAMOS C.
Permítanme prosternarme ante la mujer, hoy en su día, que se puede escribir, que ya no lo hayan tejido, en floridas odas, los poetas, esos adivinos del alma.
Por eso, no citaré a nadie, hoy quiero expresar lo que me sale de lo más profundo de mi corazón, de mi espíritu y de mi alma.
Quizás, el mejor homenaje que podamos rendir los hombres, en este día tan especial, sea, reconocer que nos atemoriza la fortaleza espiritual de la mujer y es por eso, que hemos inventado el nefasto machismo, porque en el fondo, muy en el fondo, de su conciencia y de su alma, el hombre sabe que, comparado con una mujer, es un ser, terriblemente, desvalido y desamparado, incapaz de amar como ama una mujer, incapaz de compadecerse como se compadece una mujer, incapaz de resistir el dolor como lo resiste una mujer, incapaz de sacrificarse como se sacrifica una mujer, incapaz de tener tanta fe como la tiene una mujer.
Dios o la naturaleza, ha puesto en las manos de la mujer, la preservación de la especie y por eso la ha dotado de esa inmensa facultad de sostener, bajos sus hombros, a su familia, de esa fuerza telúrica para defender a sus hijos y de esa inconmensurable fortaleza espiritual para vencer la adversidad.
Yo me río de los hombres que se ufanan de una supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y pienso, como quisiera verlos parir, criar diez hijos y darles amor a todos por igual, trabajar y atender el hogar, jugar con sus hijos horas de horas sin cansancio alguno, nos cuesta aceptar, a los hombres, que, tarde o temprano, siempre terminamos buscando una madre en nuestras mujeres.
¿Qué podemos hacer para que la mujer no sea víctima de ese insensato machismo?, quizás la clave esté en las propias mujeres, enseñándoles, desde niño, a sus hijos, el respeto hacia la mujer, haciéndoles ver que las relaciones entre un hombre y una mujer deben basarse y concebirse en el respeto y el amor mutuo.
Queda un largo camino por recorrer, pero sueño que algún día, no muy lejano, viviremos en un clima donde el hombre y la mujer se complementen, recíprocamente, para construir una sociedad, más justa, más solidaria, más humana, desprovista, para siempre y por siempre, de ese aciago y ominoso machismo.
Sueño con un mundo donde no haya violencia contra la mujer, y dónde el hombre entienda, por fin, que antes de nacer estuvo respirando el mismo aire de una mujer, estuvo nutriéndose de la misma sangre de una mujer, estuvo latiendo su corazón al unísono con el de una mujer, estuvo 9 meses unido al cuerpo de una mujer y su llanto de infante era aplacado, con amor, por la dulce leche salida de los pechos de una mujer.
Ojalá, esos sueños no tarden en volverse realidad, mientras tanto, solo nos queda seguir luchando, día a día, para extirpar, por siempre el machismo, la misoginia, el acoso, la violencia física y psicológica que sufre la mujer peruana, para no tener que decir, como en el poema «me duele una mujer en todo el cuerpo”.
FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, en especial a mi madre que está en el cielo, a mi querida esposa Nieves, a mis hijas Rayza y Pechocha, a mis hermanas, a mis cuñadas, a mis sobrinas, a mis primas, a mis amigas y a todas las mujeres del Perú y del mundo.






