El monto de las prestaciones otorgadas por el programa Pensión 65 tendrá un incremento luego de once años. El presidente de la República, Pedro Castillo, anunció durante su mensaje a la nación por Fiestas Patrias que dicha pensión que se paga cada dos meses subirá de S/ 250 a S/ 400. Asimismo, se incluirá progresivamente a los adultos mayores de 60 años (actualmente, la edad mínima es de 65 años).
“El programa Pensión 65 se convertirá en una pensión del pueblo, y se aumentará la subvención bimestral a hasta S/400 a nuestros adultos mayores. De igual modo, incorporaremos de manera escalonada y paulatina a los adultos mayores desde los 60 años de edad”, dijo el mandatario en su mensaje a la nación.
Cabe precisar que actualmente el Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65 atiende a más de 568.599 adultos mayores en condición de pobreza extrema identificados por el Sistema de Focalización de Hogares (Sisfoh).
El jefe del Estado también aseguró que se aprobará la nueva Política Nacional de Desarrollo e Inclusión Social, y con ella se revaluarán los programas sociales y las prestaciones existentes. Además, se crearían nuevos programas “para responder a la creciente demanda social en el contexto pospandemia”. Para ello, se reforzará el Registro Nacional de Hogares para identificar a la población objetivo de las intervenciones públicas.
Reforma de pensiones
Castillo informó que aproximadamente la mitad de adultos mayores de 65 años a más no reciben nada para su jubilación.
“Nuestros jubilados y jubiladas que aportaron durante toda su vida laboral reciben pensiones de miseria, y otros en situación de pobreza pueden acceder a Pensión 65, pero aproximadamente el 50% de los adultos mayores de más de 65 años no reciben nada, y esta situación debe terminar”, enfatizó.
En ese contexto, aseguró que en seis meses se tendrá la propuesta concreta de la reforma del sistema de pensiones, luego de que la comisión creada para ese fin emita el informe técnico con el diagnóstico.
Se buscará, agregó, una pensión universal como primer piso de protección social, y brindar los incentivos necesarios para fomentar una cultura previsional, además que el sistema pensionario brinde mejores pensiones a los jubilados y generar mayor competencia, “de modo que se pueda romper los oligopolios y las injusticias en beneficio de todos los aportantes y pensionistas”, acotó.
Sentarse en la puerta de la casa en una tarde fresca de otoño, en un barrio de provincia, donde nadie es desconocido, resulta encantador para Genara, una mujer que ha vivido siempre casi feliz pese a las dificultades que nunca faltan. Casi, porque la felicidad completa se asemeja a una utopía.
La magia de esas tardes en Huaral, a dos horas en auto desde Lima, no tienen precio para ella. Genara Villalba Arce, usuaria del Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), disfruta transformando la naturaleza con sus manos mientras la luz del sol languidece.
El sonido agónico del viento zumbándole en el oído, y su paso, refrescante, acariciándole las mejillas. De tanto en tanto, un “qué tal vecina, cómo le va”, la despierta de su recuerdo recurrente: sus inocentes juegos infantiles en Aricampapa, la localidad del distrito liberteño de Cochorco que la vio nacer hace 83 años. Nada, absolutamente nada, la puede sacar de la paz y el sosiego que consigue al unir hábilmente tiras de panca de choclo, dando forma a coquetas canastas estilo vintage.
Terapia
Sí, con los movimientos que hacen sus dedos al entrelazar la panca convertida en gruesos hilos, Genara se olvida de los achaques propios de su edad, de alguna desilusión, de uno que otro deseo no cumplido, quizá de una frustración. Haciendo sus canastas, ella no solo ocupa su tiempo, se relaja, se alegra en silencio, alimenta sus ganas de tejer mañana una nueva canasta.
En su casa, Genara cría conejos, que se alimentan de choclos. Ecológica, la señora de los dedos mágicos recoge las pancas y las convierte en hermosas cestas que, curiosamente, no vende. Madre de cuatro –dos de sus hijos ya murieron– y abuela de siete, regala las canastitas. Es más, las regala para regalo. Doble bondad. Pero ya está pensando en comercializarlas. La detiene el hecho de que su producción no es industrial, pero algo le dice que el trabajo artesanal de sus manos tiene valor. Y no se equivoca. Tímidamente, dice que ya pronto venderá sus creaciones. Pero, aunque suene contradictorio, le cuesta ponerles costo. ¿Será acaso porque las hace con amor, y el amor no se vende?
Como Penélope
“Hacer una canasta toma su tiempito. Hay que tener mucha paciencia. No solo es tejer la panca. Es escoger buenas pancas, irlas uniendo, amarrando. Me paso horas haciendo una canasta. Luego hay que barnizarla. Es un arte”. Esa última palabra la dice casi susurrando y, tras pronunciarla, Genara ríe bajito y despacio. Demasiado humilde.
Pero hacer las canastas también tiene otra ventaja para Genara: aunque mueve lentamente sus dedos, las horas se le pasan volando y así siente que tiene que esperar menos a Jacobo Araujo Castillo, su esposo y también usuario de Pensión 65.
Como Penélope que tejía y tejía mientras esperaba a Ulises, Genara teje y teje la panca mientras el día se apaga y Jacobo retorna a casa en su ‘tricitaxi’ desde el Mercado Modelo de Huaral, en cuyos alrededores trabaja llevando y trayendo gente. Ambos se conocieron muy jóvenes en Aricapampa. Jacobo es el hombre más feliz de la tierra cuando su amada cocina un cuy guisado o la contundente sopa shambar, que es una tradición de los lunes en la región La Libertad.
Venció a la covid-19
A pesar de su aparente fragilidad, Genara logró superar con éxito una batalla difícil. Se enfrentó al coronavirus en los primeros meses de la pandemia, en el 2020 y, felizmente, no llegó a una Unidad de Cuidados Intensivos.
Venció a la enfermedad en el peor momento, cuando las colas por balones de oxígeno se hacían incluso de madrugada. Genara no requirió de ello, pero el trance le confirmó que la vida se puede extinguir de pronto. Por eso, ella, cada vez que puede, se desvive en caricias a sus nietos. La vida continúa en ellos, siente.
Genara, participante de la intervención Saberes Productivos de Pensión 65, tiene que hacer reposo continuamente. Una afección pulmonar que, según la familia, no es secuela del covid-19, sino que viene de antes, la aqueja hoy, pero no le impide hacer sus canastas y repartir sonrisas.
“Hace cinco años más o menos comencé a hacer estas canastitas. A algunas les pongo adornos como telita con bobos. A las niñas les gusta mucho eso”, dice Genara, quien aprendió viendo como hacían cestas sus cuñadas y otras señoras del barrio. La diferencia está en que ninguna disfruta como ella las tardes tejiendo las pancas.
Saberes productivos
Pensión 65 ejecuta la intervención Saberes Productivos junto con los gobiernos locales para revalorar a los adultos mayores como portadores de conocimientos ancestrales y prácticas tradicionales.
Como Genara, más de 94,00 personas usuarias de Pensión 65 han participado en lo que va del año en encuentros y ferias de Saberes Productivos en todo el país.
El programa tiene 577,043 personas usuarias en los 1,874 distritos del país, quienes reciben una subvención bimestral de S/250.