POR JOSÉ RAMOS C.
Hace 150 años escribió Arthur Schopenhauer, una reflexión, sobre el Amor, que resulta muy aplicable a la desgracia de tan abyecto personaje, la cual cito textualmente:
“Sentado esto si se observa el papel importante que representa el amor en todos su grados y en todos sus matices, no solo en las comedias y novelas, sino también en el mundo real, donde, junto con el amor a la vida es el más poderoso y el más activo de todos los resortes, si se piensa en que de continuo ocupa las fuerzas de la parte más joven de la humanidad; que es el fin último de casi todo esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios; que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias; que a veces hace cometer tonterías a los más grandes ingenios; que no tiene escrúpulos en lanzar sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios, que tiene mañas para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filósofos, lo cual no le impide ser a diario el promovedor de los asuntos más malos y embrollados; que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elige por victima ya la vida o la salud, ya la riqueza ,la alcurnia, o la felicidad, que hace del hombre honrado un hombre sin honor, del fiel un traidor, y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en embrollarlo todo, en destruirlo todo”
Cuánta razón tiene el filósofo alemán en su descripción del papel del amor en nuestras vidas. Me viene a la mente también un delicioso pensamiento de Oscar Wilde “Los que son fieles solo conocen el lado trivial del amor; son los infieles los que conocen las tragedias del amor».
Lo lamentable y deleznable de OTAROLA, es el ejercicio incorrecto de su poder, el utilizar los caudales públicos para dar rienda suelta a sus bajos instintos.
Siempre, he considerado una canallada utilizar el poder para conquistar a una mujer, gracias a Dios nunca he necesitado de tan indigna conducta.
Todo por amor nada por la fuerza, ni mucho menos el chantaje
Que el amor estupidiza, no me queda la menor duda, pero lo de Otárola es simplemente canallada, es un bribón más de nuestra nauseabunda política.